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Filmación Hermanos Lumière: Expérience du ballon dirigeable de M. Santos-Dumont
El estilo de la vestimenta femenina en las grandes ciudades occidentales se basa principalmente en el desarrollado en Paris.
Charles Frederick Worth es el modisto inglés que lideró la moda parisina durante la segunda mitad del Siglo XIX, bajo el dominio de Napoleón III. Vistió entre otras figuras muy relevantes a la española Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia (esposa de Napoléon III). Charles estableció su casa «House of Worth», donde preparaba una variedad de diseños que presentaba en vivo a sus clientas, lucidos por modelos. A partir de esta muestra las clientas seleccionaban las piezas de su interés para ser posteriormente confeccionadas a medida en el atelier. Luego del fallecimiento del fundador en 1895 «House of Worth» continuó exitosamente con su producción a cargo de tres generaciones familiares hasta su cierre en 1952.
Tanto en la silueta como en la ornamentación de los trajes y accesorios vemos una fuerte influencia del Art Nouveau, el estilo artístico y decorativo predominante durante la Belle Époque francesa. Este movimiento también tiene lugar en otros países, y si bien comparte muchas características formales con el estilo francés, desarrolla también sus particularidades así como su propio nombre: Modernismo en España, Secession o Jugendstil en Austria y Alemania, Liberty en Italia. Pueden acceder a más información sobre este tema en nuestra publicación Siglo XIX reformas en diseño
Estamos en la era de oro de las tiendas departamentales o grandes almacenes situados en las principales ciudades europeas y de Estados Unidos. La demanda de estas tiendas se debe a la creciente población urbana de clase media próspera que puede acceder con inmediatez al consumo de productos de cierto lujo que gracias a la industrialización comienzan a ser producidos en cantidad a menor precio. Algunas de estas tiendas, entre muchas otras, son Le Bon Marche en Paris, Bloomingdale’s en New York y Harrod´s en Londres.
Una muestra de la expansión de esta manera de comercialización podemos encontrarla en Buenos Aires, donde en 1914 se inaugura la sede porteña de Harrod’s que estuvo abierta al público hasta finales de los años noventa. Podemos ver el interior de esta gran tienda, situada en la calle Florida muy cerca de la estación Retiro, en escenas de la película ¨La vendedora de fantasías¨ (1950) dirigida por Daniel Tinayre y protagonizada por Mirtha Legrand.
Esta creciente sociedad urbana también empieza a tener gran interés y acceso a la práctica de variados deportes como recreación, dando lugar a trajes que irán adquiriendo lenguajes específicos para cada disciplina.
¨Un nuevo y shockeante tipo de mujer está emergiendo: la mujer deportiva¨ anuncia el locutor en el siguiente video que registra estas prácticas en Paris a comienzo de siglo.
Entre las mujeres que shockean a los sectores conservadores de la sociedad se encuentran también las actrices, las bailarinas, las artistas y casi toda mujer de ideas modernas que quiera desarrollarse en alguna profesión. Esta situación está muy pronta a modificarse ya que el rol femenino en el espacio social y laboral va a cambiar drásticamente durante y después de la Primera Guerra Mundial. Podemos citar como ejemplo de estas mujeres vanguardistas a la actriz Sarah Bernhardt, la escritora Colette y la diseñadora Emilie Flöge.
Sergei Diághilev, ideó todo un microcosmos vanguardista dentro de la corriente modernista y orientalista de principios de siglo XX, renovando el ballet, la danza y la coreografía por medio de los Ballets Rusos. Su gran influencia alcanzó a la moda y a las artes decorativas de la época, reuniendo a los mejores y más novedosos artistas contemporáneos, convirtiéndose en un fenómeno social y cultural, cuyo legado aún sigue existiendo hoy en día. Teresa Montiel Alvarez (2016). Sergei Diághilev, La renovación del ballet. ArtyHum. Revista de Artes y Humanidades, 24 93-104.
La relación de Poiret con el universo artístico era un ida y vuelta constante. Vemos en la fotografía a Denise Poiret en su dormitorio, decorado con una pintura del artista fauvista Kees Van Dongen (imagen en color debajo). Y a la izquierda, un retrato de la mujer del artista vestida íntegramente por Paul Poiret.
Finalizamos con algunas resignificaciones de estos estilos durante las primeras décadas del Siglo XXI
Acá les dejamos una selección de imágenes y videos de la clase que comprende los años 1890 – 1914, período conocido como Belle Époque
Filmación Hermanos Lumière: Expérience du ballon dirigeable de M. Santos-Dumont
El estilo de la vestimenta femenina en las grandes ciudades occidentales se basa principalmente en el desarrollado en Paris.
Charles Frederick Worth es el modisto inglés que lideró la moda parisina durante la segunda mitad del Siglo XIX, bajo el dominio de Napoleón III. Vistió entre otras figuras muy relevantes a la española Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia (esposa de Napoléon III). Charles estableció su casa «House of Worth», donde preparaba una variedad de diseños que presentaba en vivo a sus clientas, lucidos por modelos. A partir de esta muestra las clientas seleccionaban las piezas de su interés para ser posteriormente confeccionadas a medida en el atelier. Luego del fallecimiento del fundador en 1895 «House of Worth» continuó exitosamente con su producción a cargo de tres generaciones familiares hasta su cierre en 1952.
Tanto en la silueta como en la ornamentación de los trajes y accesorios vemos una fuerte influencia del Art Nouveau, el estilo artístico y decorativo predominante durante la Belle Époque francesa. Este movimiento también tiene lugar en otros países, y si bien comparte muchas características formales con el estilo francés, desarrolla también sus particularidades así como su propio nombre: Modernismo en España, Secession o Jugendstil en Austria y Alemania, Liberty en Italia. Pueden acceder a más información sobre este tema en nuestra publicación Siglo XIX reformas en diseño
Estamos en la era de oro de las tiendas departamentales o grandes almacenes situados en las principales ciudades europeas y de Estados Unidos. La demanda de estas tiendas se debe a la creciente población urbana de clase media próspera que puede acceder con inmediatez al consumo de productos de cierto lujo que gracias a la industrialización comienzan a ser producidos en cantidad a menor precio. Algunas de estas tiendas, entre muchas otras, son Le Bon Marche en Paris, Bloomingdale’s en New York y Harrod´s en Londres.
Una muestra de la expansión de esta manera de comercialización podemos encontrarla en Buenos Aires, donde en 1914 se inaugura la sede porteña de Harrod’s que estuvo abierta al público hasta finales de los años noventa. Podemos ver el interior de esta gran tienda, situada en la calle Florida muy cerca de la estación Retiro, en escenas de la película ¨La vendedora de fantasías¨ (1950) dirigida por Daniel Tinayre y protagonizada por Mirtha Legrand.
Esta creciente sociedad urbana también empieza a tener gran interés y acceso a la práctica de variados deportes como recreación, dando lugar a trajes que irán adquiriendo lenguajes específicos para cada disciplina.
¨Un nuevo y shockeante tipo de mujer está emergiendo: la mujer deportiva¨ anuncia el locutor en el siguiente video que registra estas prácticas en Paris a comienzo de siglo.
Entre las mujeres que shockean a los sectores conservadores de la sociedad se encuentran también las actrices, las bailarinas, las artistas y casi toda mujer de ideas modernas que quiera desarrollarse en alguna profesión. Esta situación está muy pronta a modificarse ya que el rol femenino en el espacio social y laboral va a cambiar drásticamente durante y después de la Primera Guerra Mundial. Podemos citar como ejemplo de estas mujeres vanguardistas a la actriz Sarah Bernhardt, la escritora Colette y la diseñadora Emilie Flöge.
Sergei Diághilev, ideó todo un microcosmos vanguardista dentro de la corriente modernista y orientalista de principios de siglo XX, renovando el ballet, la danza y la coreografía por medio de los Ballets Rusos. Su gran influencia alcanzó a la moda y a las artes decorativas de la época, reuniendo a los mejores y más novedosos artistas contemporáneos, convirtiéndose en un fenómeno social y cultural, cuyo legado aún sigue existiendo hoy en día. Teresa Montiel Alvarez (2016). Sergei Diághilev, La renovación del ballet. ArtyHum. Revista de Artes y Humanidades, 24 93-104.
La relación de Poiret con el universo artístico era un ida y vuelta constante. Vemos en la fotografía a Denise Poiret en su dormitorio, decorado con una pintura del artista fauvista Kees Van Dongen (imagen en color debajo). Y a la izquierda, un retrato de la mujer del artista vestida íntegramente por Paul Poiret.
Finalizamos con algunas resignificaciones de estos estilos durante las primeras décadas del Siglo XXI
Acá les dejamos una selección de imágenes y videos de la clase que comprende los años 1890 – 1914, período conocido como Belle Époque
El estilo de la vestimenta femenina en las grandes ciudades occidentales se basa principalmente en el desarrollado en Paris.
Charles Frederick Worth es el modisto inglés que lideró la moda parisina durante la segunda mitad del Siglo XIX, bajo el dominio de Napoleón III. Vistió entre otras figuras muy relevantes a la española Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia (esposa de Napoléon III). Charles estableció su casa «House of Worth», donde preparaba una variedad de diseños que presentaba en vivo a sus clientas, lucidos por modelos. A partir de esta muestra las clientas seleccionaban las piezas de su interés para ser posteriormente confeccionadas a medida en el atelier. Luego del fallecimiento del fundador en 1895 «House of Worth» continuó exitosamente con su producción a cargo de tres generaciones familiares hasta su cierre en 1952.
Tanto en la silueta como en la ornamentación de los trajes y accesorios vemos una fuerte influencia del Art Nouveau, el estilo artístico y decorativo predominante durante la Belle Époque francesa. Este movimiento también tiene lugar en otros países, y si bien comparte muchas características formales con el estilo francés, desarrolla también sus particularidades así como su propio nombre: Modernismo en España, Secession o Jugendstil en Austria y Alemania, Liberty en Italia. Pueden acceder a más información sobre este tema en nuestra publicación Siglo XIX reformas en diseño
Estamos en la era de oro de las tiendas departamentales o grandes almacenes situados en las principales ciudades europeas y de Estados Unidos. La demanda de estas tiendas se debe a la creciente población urbana de clase media próspera que puede acceder con inmediatez al consumo de productos de cierto lujo que gracias a la industrialización comienzan a ser producidos en cantidad a menor precio. Algunas de estas tiendas, entre muchas otras, son Le Bon Marche en Paris, Bloomingdale’s en New York y Harrod´s en Londres.
Una muestra de la expansión de esta manera de comercialización podemos encontrarla en Buenos Aires, donde en 1914 se inaugura la sede porteña de Harrod’s que estuvo abierta al público hasta finales de los años noventa. Podemos ver el interior de esta gran tienda, situada en la calle Florida muy cerca de la estación Retiro, en escenas de la película ¨La vendedora de fantasías¨ (1950) dirigida por Daniel Tinayre y protagonizada por Mirtha Legrand.
Esta creciente sociedad urbana también empieza a tener gran interés y acceso a la práctica de variados deportes como recreación, dando lugar a trajes que irán adquiriendo lenguajes específicos para cada disciplina.
¨Un nuevo y shockeante tipo de mujer está emergiendo: la mujer deportiva¨ anuncia el locutor en el siguiente video que registra estas prácticas en Paris a comienzo de siglo.
Entre las mujeres que shockean a los sectores conservadores de la sociedad se encuentran también las actrices, las bailarinas, las artistas y casi toda mujer de ideas modernas que quiera desarrollarse en alguna profesión. Esta situación está muy pronta a modificarse ya que el rol femenino en el espacio social y laboral va a cambiar drásticamente durante y después de la Primera Guerra Mundial. Podemos citar como ejemplo de estas mujeres vanguardistas a la actriz Sarah Bernhardt, la escritora Colette y la diseñadora Emilie Flöge.
Sergei Diághilev, ideó todo un microcosmos vanguardista dentro de la corriente modernista y orientalista de principios de siglo XX, renovando el ballet, la danza y la coreografía por medio de los Ballets Rusos. Su gran influencia alcanzó a la moda y a las artes decorativas de la época, reuniendo a los mejores y más novedosos artistas contemporáneos, convirtiéndose en un fenómeno social y cultural, cuyo legado aún sigue existiendo hoy en día. Teresa Montiel Alvarez (2016). Sergei Diághilev, La renovación del ballet. ArtyHum. Revista de Artes y Humanidades, 24 93-104.
Finalizamos con algunas resignificaciones de estos estilos durante las primeras décadas del Siglo XXI
Acá les dejamos una selección de imágenes y videos de la clase que comprende los años 1890 – 1914, período conocido como Belle Époque
El estilo de la vestimenta femenina en las grandes ciudades occidentales se basa principalmente en el desarrollado en Paris.
Charles Frederick Worth es el modisto inglés que lideró la moda parisina durante la segunda mitad del Siglo XIX, bajo el dominio de Napoleón III. Vistió entre otras figuras muy relevantes a la española Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia (esposa de Napoléon III). Charles estableció su casa «House of Worth», donde preparaba una variedad de diseños que presentaba en vivo a sus clientas, lucidos por modelos. A partir de esta muestra las clientas seleccionaban las piezas de su interés para ser posteriormente confeccionadas a medida en el atelier. Luego del fallecimiento del fundador en 1895 «House of Worth» continuó exitosamente con su producción a cargo de tres generaciones familiares hasta su cierre en 1952.
Tanto en la silueta como en la ornamentación de los trajes y accesorios vemos una fuerte influencia del Art Nouveau, el estilo artístico y decorativo predominante durante la Belle Époque francesa. Este movimiento también tiene lugar en otros países, y si bien comparte muchas características formales con el estilo francés, desarrolla también sus particularidades así como su propio nombre: Modernismo en España, Secession o Jugendstil en Austria y Alemania, Liberty en Italia. Pueden acceder a más información sobre este tema en nuestra publicación Siglo XIX reformas en diseño
Estamos en la era de oro de las tiendas departamentales o grandes almacenes situados en las principales ciudades europeas y de Estados Unidos. La demanda de estas tiendas se debe a la creciente población urbana de clase media próspera que puede acceder con inmediatez al consumo de productos de cierto lujo que gracias a la industrialización comienzan a ser producidos en masa. Algunas de estas tiendas, entre muchas otras, son Le Bon Marche en Paris, Bloomingdale’s en New York y Harrod´s en Londres.
Una muestra de la expansión de esta manera de comercialización podemos encontrarla en Buenos Aires, donde en 1914 se inaugura la sede porteña de Harrod’s que estuvo abierta al público hasta finales de los años noventa. Podemos ver el interior de esta gran tienda, situada en la calle Florida muy cerca de la estación Retiro, en escenas de la película ¨La vendedora de fantasías¨ (1950) dirigida por Daniel Tinayre y protagonizada por Mirtha Legrand.
Esta creciente sociedad urbana también empieza a tener gran interés y acceso a la práctica de variados deportes como recreación, dando lugar a trajes que irán adquiriendo lenguajes específicos para cada disciplina.
¨Un nuevo y shockeante tipo de mujer está emergiendo: la mujer deportiva¨ anuncia el locutor en el siguiente video que registra estas prácticas en Paris a comienzo de siglo.
Entre las mujeres que shockean a los sectores conservadores de la sociedad se encuentran también las actrices, las bailarinas, las artistas y casi toda mujer de ideas modernas que quiera desarrollarse en alguna profesión. Esta situación está muy pronta a modificarse ya que el rol femenino en el espacio social y laboral va a cambiar drásticamente durante y después de la Primera Guerra Mundial. Podemos citar como ejemplo de estas mujeres vanguardistas a la actriz Sarah Bernhardt, la escritora Colette y la diseñadora Emilie Flöge.
Sergei Diághilev, ideó todo un microcosmos vanguardista dentro de la corriente modernista y orientalista de principios de siglo XX, renovando el ballet, la danza y la coreografía por medio de los Ballets Rusos. Su gran influencia alcanzó a la moda y a las artes decorativas de la época, reuniendo a los mejores y más novedosos artistas contemporáneos, convirtiéndose en un fenómeno social y cultural, cuyo legado aún sigue existiendo hoy en día. Teresa Montiel Alvarez (2016). Sergei Diághilev, La renovación del ballet. ArtyHum. Revista de Artes y Humanidades, 24 93-104.
Finalizamos con algunas resignificaciones de estos estilos durante las primeras décadas del Siglo XXI
Bal à la cour des Valois (c.1582) Caulery
El ballet y la ópera comenzaron en el siglo XVII, como elaborados espectáculos diseñados en las cortes europeas a modo de entretenimientos extravagantes, utilizados para celebrar matrimonios o mostrar la riqueza y el poder del gobernante. Con actuaciones que eran una mezcla entre palabra hablada, música, danza y pantomima, desarrollaban procesiones ceremoniales con espectaculares efectos técnicos y trajes extravagantes. Las historias se inspiraban en los mitos de la antigua Grecia y Roma o se basaban en temas como las cuatro estaciones, el mundo natural o las tierras extranjeras.
Los trajes eran ingeniosos y fantásticos, decorados con símbolos que ayudaban al público a reconocer a los personajes de la historia. El movimiento a menudo estaba limitado por el tamaño de estos trajes. Originalmente los ballets de la corte fueron protagonizados por la aristocracia y la realeza en las habitaciones y jardines de sus palacios. Los bailes se basaban en las danzas sociales de las cortes reales, con elegantes movimientos de los brazos y la parte superior del cuerpo, y elaborados patrones de piso.
El rey Luis XIV de Francia, conocido como el Rey Sol, encarnó al dios Apolo en Le Ballet de la Nuit (El Ballet de la Noche) a la edad de 15 años.
Estos enormes espectáculos ayudaron a mantener a los cortesanos entretenidos la vida en la corte podía ser monótona y aburrida, y saber bailar era un logro social necesario.
Eventualmente se hizo imposible para los bailarines aficionados alcanzar los estándares exigidos por los maestros y compositores de baile, y entonces las tradiciones del ballet y la ópera se separaron comenzando a desarrollarse de forma independiente, hasta que en 1661 se estableció en Francia la Académie Royale de Danse. Allí se capacitó a los primeros bailarines de teatro profesionales y el baile se trasladó de la corte a los teatros públicos.
Estas espectaculares celebraciones de la corte francesa están representadas en la película Marie Antoinette dirigida por Sofia Coppola en el año 2006. En la siguiente escena podemos ver al sucesor al trono de Francia, futuro Luis XVI, bailando el minué con su esposa Maria Antonieta. Ella, como la mayoría de las mujeres en el salón, lleva un vestido a la francesa o Watteau que se caracteriza por las amplias tablas verticales que parten del escote trasero.
Después de la Revolución Francesa de 1789 las mujeres abandonaron los paniers y corsés, que vemos en María Antonieta, por vestidos chemise de estilo griego que enfatizaban el cuerpo.
Las bailarinas siguieron la moda y el uso de estos vestidos significó que podían realizar un mayor rango de movimiento. Ahora usaban zapatillas planas, lo que permitía una mayor flexibilidad en el pie, y las mujeres desarrollaron el truco de levantarse de puntillas (en punta demi). Los trajes de los hombres también reflejaban la moda llevando una chaqueta y pantalones ajustados. Ahora que los trajes se habían vuelto más libres, hombres y mujeres podían bailar juntos.
Bal de Société 1804 Jean François Bosio
Estas escenas de baile de principios de siglo XIX son retratadas de manera satírica por el artista Jean François Bosio y resignificadas en el film Emma. (2020) dirigido por Autumn de Wilde.
En la película «La Edad de la Inocencia» (1993) dirigida por Martin Scorsese podemos ver otra escena de baile, esta vez situada en la segunda mitad del siglo XIX en la ciudad de New York. Durante el transcurso de la escena la voz en off va contándonos sobre las características de los salones de baile y el ceremonial requerido a un caballero al ingresar al salón (la película está disponible actualmente en Netflix, esta escena se desarrolla a partir del minuto 7)
El volumen generado en la falda gracias a la crinolina, que en sus inicios era concéntrico, se va desplazando hacia atrás hasta llegar alrededor de 1870 a concentrarse exclusivamente en la parte trasera debajo de la cintura. Esta nueva forma de la falda, imperceptible si vemos a la mujer de frente, se lograba con el uso del polisón.
«Too Early» James Jacques Tissot (1873)
El registro de estos años en el ámbito del ballet es muy conocido por el trabajo de Edgar Degas. En su pintura «La clase de danza» de 1874 podemos encontrar muchos paralelismos entre el traje, accesorios y peinado de las bailarinas y de las damas retratadas en la llegada al baile Too Early por Tissot.
La clase de danza (1874) Edgar Degas
La relación entre la danza y la moda continúa hasta nuestros días. Son muchos los diseñadores que se inspiraron en el vestuario de los ballets o que lo produjeron. Uno de los exponentes más destacados en este ámbito es el modisto francés Paul Poiret quien, durante los años previos a la Primera Guerra Mundial y a partir de su fascinación con el vestuario y escenografías de Leon Bakst, llevó el estilo de los Ballets Rusos de Diaghilev a la moda femenina.
Este conjunto fue realizado para la fiesta «Las mil y dos noches» organizada por Paul Poiret en 1911 para promover sus nuevas creaciones en todo el esplendor y glamour de la tendencia orientalista.
Años más tarde será el turno de Gabrielle Chanel de colaborar con el vestuario de la compañía de Ballet Rusos en la obra Le Train Bleu de Jean Cocteau. El creciente gusto por el deporte y las actividades en las playas de estos años queda plasmado en este ballet, donde se representan estas y otras actividades desarrolladas en las costas francesas que recorre el tren que da nombre a la obra.
Le Train Bleu (1924)
La diseñadora Madeleine Vionnet también se inspiró en la danza, particularmente en la bailarina Isadora Duncan, estudiando sus coreografías para comprender mejor el cuerpo en movimiento. Con motivo del centenario de su surgimiento la casa Vionnet Paris lanzó en 2012 un cortometraje en homenaje a la bailarina que evidencia la continua conexión de la marca con el mundo de la danza.
Otro gran ejemplo de la relación entre danza y moda es el vestuario de la película Black Swan de 2010 dirigida por Darren Aronofsky. Las hermanas Mulleavy de Rodarte crearon los trajes de baile que llevan Natalie Portman y Mila Kunis poniendo en juego la fantasía y oscuridad de la competencia en este universo que bien retrata «El cisne negro».
Posteriormente al diseño de los trajes de «El cisne negro» Rodarte volvió a trabajar con el coreógrafo de la película Benjamin Millepied en la obra Two Hearts para el New York City Ballet.
TWO HEARTS (2012) por Rodarte
También en Buenos Aires tenemos ejemplos de esta relación, uno de ellos es el diseñador Pablo Ramirez, quien no solo trabajó como partido para algunas de sus colecciones con estéticas tomadas del ballet sino que también desarrolló vestuario para varias obras siendo «Zeppelin» una de ellas.
Los bocetos del vestuario de Zeppelin
Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín «Zeppelin» vestuario de Pablo Ramirez
Por último, algunas colecciones de moda recientes en las que podemos reconocer la influencia de la danza resignificada en varios de sus aspectos: la escena, el entrenamiento, la música, etc.
El lago de los cisnes por John Galliano para Maison Margiela AW2019
Recomendamos ampliar con:
Marie Antoinette (2006) dir. Sofia Coppola
Emma. (2020) dir. Autumn de Wilde
La Edad de la Inocencia (1993) dir. Martin Scorsese
Black Swan (2010) dir. Darren Aronofsky
Bibliografía consultada:
La ventana se convirtió en estos días en nuestra principal vía de contacto, tanto real como virtual, con lo que pasa afuera de nuestras casas. Nos sirve para enmarcar y definir aquello sobre lo nos gustaría conocer más. Salir por las ventanas para ver qué hay ahí afuera, o entrar por ellas para espiar espacios interiores, domésticos o palaciegos, íntimos o familiares. Una excusa que nos permite asomarnos a estilos en el traje de los últimos dos siglos.
La ventana es un tema muy presente en la pintura del Siglo XIX y a propósito de esto reproducimos un fragmento perteneciente a la exposición Rooms with a View: The Open Window in the 19th Century
Esta exposición se centra en un tópico atesorado por los románticos: la vista a través de una ventana abierta. Los artistas alemanes, franceses, daneses y rusos tomaron el tema por primera vez en la segunda década del siglo XIX. Yuxtaponiendo cerca y lejos, la ventana es una metáfora del anhelo incumplido. Los pintores destilaron este sentimiento en imágenes de habitaciones desocupadas y silenciosas con figuras contemplativas, estudios con artistas trabajando, y ventanas abiertas como motivo único.
«Todo a la distancia se convierte en poesía: montañas distantes, personas distantes, acontecimientos distantes, todo se vuelve romántico» — Novalis, 1798
El vestido chemise de muselina de algodón blanco que llevan las mujeres retratadas en la imagen superior, fue el protagonista del guardarropas femenino durante los primeros años del Siglo XIX.
Su nombre deriva de la prenda de uso íntimo que le da origen: una camisa larga de algodón o lino usada como primera piel debajo de los pesados vestidos durante más de trescientos años. Tres procesos fundamentales dieron lugar a este cambio tan radical en el traje femenino: la mejora e incremento en la producción de textiles de algodón que trajo la Revolución Industrial, la mirada neoclásica en el arte del Iluminismo, y el abandono de la exuberancia y ostentación asociadas al Antiguo Régimen derrocado por la Revolución Francesa.
Con el transcurso de los años, y ante las crecientes muertes por tuberculosis debidas a la poca protección corporal del chemise de muselina, los vestidos fueron retomando el uso de textiles más pesados y cubritivos. Podemos ver este cambio en la mujer de verde, si bien mantiene las características principales de la silueta del primer cuarto del Siglo XIX: talle alto marcado debajo del busto y falda larga con pliegues y de caída natural sin ahuecador.
Emilius Bærentzen «The Family Circle» ca. 1830
El fuerte contraste entre las últimas tres imágenes nos muestra la diferencia entre la liviandad y despojo de las prendas vestidas en la intimidad del dormitorio y lo complejo y recargado de los conjuntos retratados en situaciones sociales como se ve en la sala de «The Family Circle». En pocos años vemos como el entalle del vestido va descendiendo hasta ubicarse nuevamente en la cintura, confirmando así la vuelta al uso del corset que se mantiene hasta inicios del Siglo XX.
También conocemos con el nombre de chemise o camisero al vestido abotonado en el frente producto de la fuerte influencia norteamericana sobre el traje durante el Siglo XX. Con origen en el conjunto de camisa y falda, generalmente de algodón y usado mayormente por enfermeras por ser práctico y lavable, durante la Primera Guerra Mundial se convirtió en el uniforme de la Cruz Roja y otras organizaciones que necesitaban ropa funcional para sus trabajadoras.
Pulcro y sentador, acompañó al entusiasmo de la posguerra por los deportes activos, y en la década de 1920, se adaptó a vestidos para el golf y el tenis.
Un clásico del estilo estadounidense, en versiones con falda voluminosa siguiendo los dictados del New Look o con ajustada falda tubo también bajo lineamientos de Dior, se convirtió en el más elegido por el ama de casa de los años 50.
REAR WINDOW (La ventana indiscreta) 1954 – Alfred Hitchcock
En el film «La ventana Indiscreta» un reportero gráfico (James Stewart) a veces acompañado por su bella novia modelo (Grace Kelly) y su enfermera (Thelma Ritter), obligado a permanecer en reposo con su pierna enyesada, procura escapar al tedio de su convalecencia contemplando desde la ventana de su apartamento el otro lado del patio. El vestuario de la película fue diseñado por Edith Head, quien trabajó en varias películas dirigidas por Alfred Hitchcock.
En las ilustraciones de Edith Head vemos algunos de los conjuntos diseñados para Grace Kelly, entre los que se encuentra un vestido camisero que se adapta al glamuroso estilo New Look característico de la época. También vemos el vestido camisero en el personaje de la enfermera aunque en este caso se trata de un modelo muy simple y con hombros rígidos que nos recuerda un poco al estilo utilitario de los años 40.
En una escena de la película se la puede ver a Grace Kelly leyendo una revista Harper’s Bazaar, sin embargo es la revista VOGUE quien hace unos años se inspiró en «Rear Window» para uno de sus editoriales de moda.
VOGUE abril 2013 Fotografía: Peter Lindbergh // Edición de Moda: Grace Coddington
«Era el verano de 1960, y una mañana eché un vistazo por la ventana de mi estudio en Manhattan y noté que el edificio de enfrente se estaba preparando para la demolición. Mirando el diseño de las ventanas vacías, se me ocurrió una idea: poner a una mujer con ropa colorida en cada una de las aberturas.» comenta Ormond Gigli acerca de la imagen que sigue, su foto más famosa.
Treinta años más tarde podemos encontrar guiños a esta famosa fotografía en el corto cinematográfico filmado en el hotel «Le Carlton» para promoción del perfume «Egoiste» de CHANEL dirigido por Jean-Paul Goude.
Rear Window (La ventana indiscreta) 1954
Bibliografía consultada:
En tiempos de pandemia la moda se resignifica y trabaja sobre las nuevas nociones de protección. En este recorrido histórico exploraremos ejemplos de distanciamiento social, resguardo y defensa.
La vestimenta en Grecia se basaba en el tipo de pensamiento racional ideal que caracterizaba a la civilización. Las prendas se producían de forma artesanal y eran un actividad de interior. La técnica utilizada era el drapeado y partían de formas geométricas básicas, un ejemplo de esto es el quitón conformado por dos paños que se unían por los hombros con fíbulas (pequeños ganchos que se utilizaron hasta la aparición del botón). Está túnica también se utilizaba por los actores en las representaciones teatr